"NINGUNA RESPUESTA, INCLUSO LA MAS CONVINCENTE, TENDRÁ JAMÁS LA FUERZA SUFICIENTE PARA RESISTIR INDEFINIDAMENTE A LA PREGUNTA QUE TARDE O TEMPRANO, LA INTERPELARÁ". E.J.
El otro día al amanecer, una mujer paseaba solitaria por la playa. Mientras el sol despuntaba, el resto del cielo amenazaba con unos nubarrones negros y espesos. Ella paseaba de un extremo a otro en la pequeña cala, decía:
"una persecución se me ha metido en la cabeza, está aquí como la huellas sobre la arena húmeda formando este largo recorrido de vaivenes de un lugar al mismo lugar, continua, constante como la polifonía de las olas en mis oídos, como estos rayos escondidos que acechan desde el cielo, como este aire frío y húmedo me penetra por todas partes.
Y estoy aquí, no queriendo ver, no queriendo encontrarme en las formas de los demás que rompen ya mis estados, en palabras tan manidas que han adquirido sus propios significantes y ahora corren solas a instalarme en su ficción, borrando la mía.
Se, que siempre es al volver, cuando podemos decir algo, por eso doy vueltas en este lugar, grabándolo para después, para siempre en la memoria, intentando crear dentro este desierto o este ángulo de la vida ininterrumpido pero que no es el infinito, sino un sencillo presente que me de relieve y forma entre lo que contemplo, sin jamás anularme, sin sacarme de mi.
Caigo sobre la arena, caigo en esta pequeña crisis de tristeza, donde el hombre es víctima de su inconveniencia, cuando entre todas las invocaciones recojo el sabor amargo de los inconvenientes de mi siglo, cuando los permisos son lugares atrofiados, suspendidos por el resto de las leyes invisibles que sufre la matemática, mientras un sol pretende mantenerse oculto entre las nubes, como tantas otras cosas pretenden mantenerse ocultas tras la realidad, como tanto avance no nos deja descansar.
Caigo sobre mis huellas como si inevitablemente tuviera que buscar , no es cierto, este tráfico de deseos en el que soy buscada, matizada, donde se levantan los objetos en rebelión, no es mío, son los inconvenientes de mi siglo, son los inconvenientes que a cualquiera le acechan desde dentro, desde las diferencias del genero humano, incapaz de soportar su goce”.
Manuela Cámara
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