SIN SUJETO
Seguramente encuentres la manera de ocultar cada paso que diste hasta empujarme hasta aquí, no debe ser difícil olvidar de cuántas horas están siendo los días en los que pasan cosas, sólo son cosas, no consta en ningún sitio, el deseo no es algo que se ve y siempre es algo de cada uno. Yo tampoco lo sé, veo que todavía quede alguno puesto que todavía sigues aquí, que no harás ningún esfuerzo en el mismo sentido que ahora lo estás haciendo, que cuando te tengas que marchar, simplemente te entregarás a olvidar lo que has hecho. La culpa queda diluida, te cuidaste muy bien de repartir los papeles, las estrategias fueron tranquilamente preparadas, metódicamente colocadas en cada lugar, paso a paso, día a día, hora a hora. Así, sin más, como el que bebe un vaso de agua. No hay nada malo en las canciones, no hay nada extraño en lo que leéis, nada más, un grito sumergido, esta expectación tuya ante estas palabras que ya ni para qué voy a ocultar. Soy tu experimento, en tu cabeza una Juana de Arco, son lastres del pasado, una cultura de enterrador. A tu amigo le parece que yo no debería cobrar, yo me pregunto qué sabrá él del tiempo trabajado, peo tú sí, a ti sí te conté lo que a mí me costaba ir hasta allí, me dijiste que lo dejara, ya entonces entendí que nada bueno me deseabas, pero se mantenían las apariencias, los lugares mínimos para convivir, ahora no, ahora es este grito ahogado en el que tú te sientas allí a ver cómo describo. No lo harías si, simplemente, te estuviera mirando la cara como me miras tú a mí, realmente está todo invertido, pero importa esto que nadie ve. Tus pestañeos, cinco años pestañeando, nadie lo ve, yo lo digo y me llaman loca. Tú me llamas loca, si a nadie se le ocurre, lo dices tú, abres así la posibilidad –sistemáticamente- de aquello otro que escribí: nunca me pasa lo que me está pasando. Es una fiereza contra el lenguaje, matar lo que te hace desear, me doy cuenta, sistemáticamente, ahora mismo, alguien me cierra un programita, suena pueril si lo llamo Messenger, pero no hay diferencia para vosotros entre “Messenger” o una vida, sistemáticamente cambiáis el lugar, la escena, el objetivo: el objeto muta. Hace dos años te preocupaba que yo dijera estas cosas, ya para qué, si, como bien dices, a nadie le interesa. No hay nada de malo en las canciones, tú estás allí, nadie diría que hay algo raro en las canciones, has descubierto una manera de matar a distancia. Con toda impunidad, no tienes nombre, no tienes cara, no hay huellas, ninguna ciencia se ocupa de ello, es más, algunas veces de las muchas que lo he dicho, (tu nombre) querían obligarme a pedir perdón, me amenazaron con denuncias por difamar… a un nick. No, no estoy loca, yo dije tu nombre, es verdad, a riesgo de que, entre tantísimo camuflaje me pudiese equivocar, pero este es tu experimento, una teoría “en contra del deseo”… después, te proclamaste “psicoanalista”. No importa demasiado que seáis dos, cinco o diez, el que aquí lee es siempre el mismo, esto no es una tesis, así que no estoy en condiciones de decir si se llama identificación, transferencia o sadismo, porque dijera lo que dijera, y si no lo digo también, siempre dirán que por qué no me he ido. ¿A DÓNDE?. En pleno auge de cierta clase de estupidez, fantaseé con vivir en el polo o en la luna, pero es que vivo aquí, ya lo he dicho, a solas y públicamente, a veces, hasta romperme los puños o las puertas, pero lo he dicho: me muero si dejo de escribir, y te burlabas, a todos os hace gracia, el otro “pobre” ya se murió pese a haberse reído de la muerte, igual se murió, vino aquel día con la frase colgando como un augurio: ”amo tanto la poesía que deliro”… “total, para cuatro días que vamos a vivir…” o: “¿nada más va a ser trabajar en esta vida?”… pero ya se murió, (SEÑAL) tú sabes de quién estoy hablando, por eso yo también sé quién eres tú. Ya ves que sí se puede demostrar, otra cosa es que a alguien le interese o no esto que está pasando.
Esta mañana, hace un rato, al encenderlo, el ordenador volvió a “rugir”, es el tercer ordenador; lo he dicho hasta la saciedad, también he puesto dos denuncias. También estuve tres años sin conexión voluntariamente y unos seis meses forzosamente (“nadie supo por qué”), cambié de ¿servidor? porque el estar fuera de “todo esto” no estaba sirviendo más que para que tú siguieras haciendo lo mismo sólo que nadie se enteraba, ahora muchos lo saben, … muchos… realmente muchos… pero no está cambiando nada, tú diriges mis quejas en cualquier dirección: la locura, la amargura, la frustración, la ira, los celos… mientras entre o me salga, escriba o no, PERO EN SILENCIO, tú te limitas a espiar qué es lo que digo, qué es lo que no digo, recuerdo las “composiciones tan extrañas que se hizo “fulanita” para decirme que sacara del otro ordenador tus datos; recuerdo cómo sonó el teléfono (con número privado) en el preciso instante en que acababa de sacar tu DNI. Y después, sarcásticamente digo ahora: pa rematar, “la almohadita”… la quisiera o no, el desparpajo de la que llamó ni me dio tiempo a decir sí o no la aceptaba, de todas formas hubiera sido lo mismo porque la almohada la trajeron cuando les dio la gana, es decir, la amenaza que llevaba implícita se extendía de ese modo a quien la recibió: mi hijo. Yo aquí diría: ¡CERDO!. Lo digo, y con eso, ya se rompió el conjuro o la brujería o la maldición o cuantas tonterías tú quieras decir a cerca del acto de escribir, porque lo sé, esto no es escritura, pero es MI VIDA.
… De hecho he abandonado los libros, los míos y los de los demás; también de eso te ocupaste cerrándome NADJA en la frase donde decía: “Cierra el libro, esto es la muerte”. Tienes cierta “suerte” en que yo no pueda decir en qué preciso contesto marcaste esa frase… aquí dirá: ¡HIJO DE PUTA!. Son gajes de maltratador tantas imprecaciones como hiciste a cerca de una sórdia historia de amor que nunca vio la luz, terrible el gota a gota con que fuiste regando esta cárcel con laberintos de síes y noes, para al final… no sabría decir, digo que es “nadie”, que es cualquier desconocido… esta “historia” estaría hecha de tan distintos capítulos que no la puedo contar, cuando no he podido escribir, y así se lo dije siempre a quienes sobre la escritura me preguntaron, hay que “ir” a donde se está; desde donde estoy, se atropellan las cosas que veo, me impiden hablar, estar, hacer, no hacer también, … ¡La impunidad!: “Nada nos destruye más certeramente que el silencio de otro ser humano.”-
Ya que como bien dice la frase, el silencio…. Hay suficientes frases a cerca del silencio, las más importantes para mí las he traído aquí conmigo, están en el inicio de este escrito y sobre todo, están en mi corazón ¡y en mi cabeza!. El silencio, ciñéndome a los hechos, te ha permitido a ti diluirte en una masa clandestina con varios cabecillas, con lo cual, si se toma la masa de referencia, solamente podría –yo- organizar la escabechina remitiéndome al texto de Freud “psicología de las masas” y si tomara –alguien- de referencia a los cabecillas. Una de dos: o gana la ley o gana la pura fuerza bruta.
Pese que me es doloroso hablar sobre estas cosas, como he intentado decir, he optado por obviar el temor al ridículo (y a las amenazas) y he decidido colgar esto en este blog. Es otro desvío aducir cualquier cosa, la persona que dije antes que ya murió, apareció unos diez minutos después –si no menos- de acabar yo de eliminar dos blogs que había abierto, y lo digo sin sarcasmos, con todo mi amor: MUTARI IN ALITEM y EL TUERCEBOTAS. (SEÑAL) Ahora que pongo “señal” recuerdo que las primeras amenazas aparecieron cuando en otro escrito con un tono mucho más “objetivo” cuando empecé a hacer un pie de página cada vez que enviabas una señal (SEÑAL) (4 libros retirados). En este sentido, tuve que salvar a fuerza de un empeño extremo las dificultades que me ponías para reunir los libros y llevarlos al registro de la propiedad… no exagero si digo que bien pudieron ser cien cds. Los que tuve que usar hasta agrupar las dos colecciones que, aún con miedo, registré. En ellas no pude incluir, en el intento de que se recobrara la cordura, cuatro libros concretos que, según me pareció ¡A TIENTAS! podían ser la causa del… “dime que sí, pero dime que no, mas no me digas, porque si te digo, que me dijo, que le dijiste, o mejor no haberme dicho, mas por qué diría aquello…” … un terrible “aquello” que de ninguna forma pude deducir de qué se trataba y, como en todas las cosas de la vida, tuve que ir a leer en los acontecimientos que se sucedieron a la tal azuzante frase: empezaron a aparecer por todas partes alusiones al “do-re-mi-fa-sol-fa-si”; aparecieron iconos de teléfono (los míos están pinchados) en los chat; e hile eso con el hecho de que, en una sesión de psicoanálisis que había tenido por teléfono yo había dicho que cada vez que tocaba el piano había una llamada con número privado que después colgaba. Ahora pienso que hasta podría no haberle dado importancia a tal cosa EN SÍ MISMA, pero, aún sin estar en condiciones de prever ningún desenlace, incluso desde el primer momento que TÚ entraste en este ordenador, yo supe, de mil maneras supe, que eso no podía acabar bien. En honor a la verdad, y –sobre todo- por si todavía es posible que esto no haya sido más que un horrible hurto de “muchas cosas”, digo, y nunca lo he olvidado, que alguien a quien yo sí le importé, me sugirió que escribiera en el papel. Todavía no he resuelto esa … pregunta; me digo que no estaba preparada para ello; me digo que igual me habrías perseguido; Me digo, sobre todo me digo, que… no sé qué decirme, que supongo que amaba esos libros, que dicen que el deseo hay que seguirlo, me digo que cuando escribí en papel y medio a oscuras, igual aparecía en esos chat o en lo que antes usaba(MOS) como blogs: palabras, canciones, ideas alusivas a algo que yo había escrito; me digo que a “esto” le llamaste surrealismo… como siempre, fue nadie quien se lo llamó… fueron frases que aparecían ante mi vista, kms. de frases (¿es ese el silencio o es cuál el mensaje de “ese” silencio?), dificultades para ordenar las asociaciones, ¡YO ES QUE ESTOY LOCA!: nadie pronuncia, elude su deseo, elude su responsabilidad, elude que está haciendo, la ley no lo demuestra, nadie lo puede demostrar, fueron sólo palabras (¡MENTIRA PORQUE TAMBIÉN FUERON HECHOS!) y entonces, al final, como siempre, estoy optando por escribirlo, con la terrible diferencia de todo el daño causado, de cinco años de mi vida desviados a algo que, por eso hice tanto incapié: NO SON MI HISTORIA. Porque de eso se trata, de desviarme a mí del más básico derecho al uso del lenguaje. ¡cállalte, loca!... escribes bien, pero eso no te da derecho a… y ahora, Y NO SÉ CÓMO EXPONERLO, tu, TÚ, desfilas entre las filas, del Grupo Cero. Podría evitar la redundancia, pero no, me sirvo de ella con esta aclaración para dejarla como de analogía entre ella y la incapacidad a la que me has “empujado”. Precisa, amante de todas las palabras, tanto como lo sean las traducciones en el poema, sé qué la escucha puede acribillar cualquier sentido o hacerlo nacer, y sin embargo… y sin embargo, si bien a la poesía no le interesa la vida del poeta, el poeta sí necesita de su vida para poder “crear”.
21de abril de 2009
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