UN MUNDO DISUASORIO
"Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa."
-Alejandra Pizarnik-
Es una gran capa de horror la que nos vela la mirada. Ahora, todavía es de noche, el cielo ya no tiene el color oscuro, y sé, que bastarán unos minutos para que pierda la oscuridad. He deseado escribir a oscuras muchas veces, sé que es imposible, la noche, a mí me gustaría que durase mucho más. A oscuras, los hombres en la calle pierden gran parte de su soberbia y de su vanidad, la mayoría duermen, los que no, recuerdan la inmensa invalidez que hubo en su origen y a la que volverán, perder esto de vista se convierte en algo extremadamente grave. Haber tenido conciencia algunas veces de ello, es el motivo por el cual, la penumbra, ejerce sobre mí esa fascinación...
Después, vuelve el hastío, la huída, el embrutecimiento… la disuasión o lo que Kundera denomina como la levedad. Entonces, ahí, es cuándo, dónde se vuelve tan importante el arte de escribir. Haberme rellenado la vida de temores, de falsas expectativas, de rencor, de toda la confusión capaz de separar el imprescindible hilo que me retorna a mí misma en cuanto no lo soy pero me tengo que estar construyendo como mi propia imagen y es entonces cuando me veo obligada a valerme de lo que veo en mi entorno. A menudo he hablado últimamente de ese entorno como algo destruido, en este estado de fuera de mí he atinado a nombrar un falso mundo disuasorio, un mundo entero ya desaparecido y como desaparecido entiendo un relleno de ficciones, de palabras vaciadas, de frases y actitudes impostadas, ajenas e impermeables, un fuera del lenguaje de olvidos perpetuos que insiste en asesinar todos los minutos con todos y cada uno de sus días.
Anoche, y en tales condiciones, me fui a dormir, imposible hacer inteligible ese grito, la desesperación del robo perpetrado... Entonces llegan y se engrandecen los comerciantes, los aterrorizados del hablar, los que no cesan de trasladar palabras y textos para que no haya ningún papel en blanco, los citadores de versos, de sexo, de amor, los pulpos inextinguibles... nada es más amenazante que un silencio a punto de ser palabra.
En tales condiciones me dicen que haga metáforas, cuando el silencio es el más recalcitrante de los desplazamientos, cuando entre la frontera de mí y el otro, se inundan los días de impermeable. Palabras al peso, palabras fuera de este mundo, voces sin cuerpo, tremendas condensaciones de no palabras... el frío sin el calor, el cuerpo sin la distancia tentacular, la ausencia sin extravío, la presencia sin día de después, sin entonces... los grandes parlamentos sin el presente... un dolor programado y sin aquí, sin urgencia.
Un lenguaje como ahora a punto de embargarse de maquillaje, un maquillaje a punto de ya no interesar.
11 de noviembre de 2009
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