TIEMPO PRESENTE
Demostrar, una vez más, que es posible arrasar, que poco puede hacer el más férreo deseo frente a estos acontecimientos, enarbolar otra vez por bandera el goce mezquino, tratar las palabras como si fueran monedas caducas, hacerlas fracasar cuando se trata de que hable lo humano; nada, nada de lo que diga tiene la validez que del acto de hablar se hace necesario, impermeable como estás a la palabra misma, no imagino, por mucho que lo haya imaginado, qué escucharás cada vez que “señalas”. *
Francisco de Goya y Lucientes, El esforzado Rendon picando un toro, de cuya suerte murió en la plaza de Madrid
Hacer retroceder la alegría, hacerle fracasar al amor, sacar la palabra fuera de la palabra, llevarla hasta los hechos… aquí, ahora, TIEMPO PRESENTE, donde no se validan las teorías por muy verdaderas que sean si no se trasladan a esta realidad, en la que la locura, está acallando la voz de algún poeta.
Fuera de “aquí”… no hay afuera, sencillamente no hay fuera. ¿Quién se atreverá a juzgar si nadie se toma la molestia de preguntar de qué estamos (estoy) hablando?. ¡NO HAY AFUERA! Te lo has tragado todo, ninguna verdad es eso, pero no veo en ninguna parte una pequeña vela que haga valer ninguna luz, lo sé, hablo de velitas, de luces, metáforas descalificables si se quiere pensar así, de eso mismo estoy hablando: ese es el afuera, no es la calle ni ningún sitio, es un “afuera del lenguaje”, me creais o no, de eso estoy hablando cuando digo aquí o allí. Como bien decía Lacan en el video de esta mañana, el discurso no es más que un balbuceo del deseo y si se cierra el balbuceo, nada puedo saber de mi deseo o si se cierra el deseo o de qué me sirve saber o no saber si nadie me responde.
¿Qué otra cosa puedo decir si ya lo dije?
Francis Bacon, Self-Portrait II
El daño es incalculable, sistemático, no me es posible dar cuenta de ello, está escrito en algunos comentarios, contado en conversaciones telefónicas que luego salieron en los chat, no sólo mis teléfonos están pinchados, los de algunos profesionales que visité también lo están, también conversaciones que tuve allí aparecieron en los chat. Rotura de ordenadores, amenazas, la intrusión en espacios en los que ya no puedo estar porque el encubrimiento es tal, que es más… ¿tolerable? (no sé cuál será la palabra adecuada) pensar que me equivoco yo, que pude hacer algo distinto (supongo porque no me cabe de otro modo tanta indiferencia).
Enterarse de algo en lo que una persona sea vulnerable para ir directamente contra ella usando esa información que en todo lugar de este planeta pertenece a la vida privada de cada cual, esa es la táctica: Google Earth, teléfonos pinchados, ordenadores hackeados, todo vale, aquí no hay ley… dicen.
Cuento esto públicamente porque estuve varios años sin conexión a internet, voluntariamente, si es que a tener que marcharse para evitar lo que de todas formas está ocurriendo se le puede llamar “voluntariamente”, y durante ese tiempo, llegó un momento que las intimidaciones se agravaron y tuve conciencia de que, si nadie se enteraba, sólo estaba dándoles facilidades para actuar con plena impunidad, francamente, llegué a temer por mi vida, entonces fue cuando volví a internet y a contar lo que pasa públicamente.
Tengo mis libros abandonados, no hay día que no tenga que hacer frente a alguna de estas fechorías que no acabo de poder relatar, y dejo aquí este “post” porque considero que la claridad es la única manera que tengo hoy por hoy de protegerme.
Por si alguien quiere leer dejo aquí un enlace en el que también hablo de este grave problema:
Gracias a todos los que os habéis agregado a este blog y a los otros, y los que sí me conocéis, sabéis perfectamente que mi único interés es escribir poesía y es por eso que digo y reitero que: ESTA NO ES MI HISTORIA aunque me veo obligada a vivirla.
Francis Bacon, Self-Portrait I
*Me refiero a la señal que entra en mi ordenador a través del Word en la escritura en segundo plano, es una fisura que mi antivirus, el kaspersky, reconoce para todas las versiones de offiece, con los parches correspondientes que, por razones que ignoro, tampoco lo impidieron exceptuando un periodo de siete días; da igual que tenga o no conexión a internet. Esporádicamente, supongo que no tendría mayores consecuencias, pero cuando se trata de algo que ocurre durante ya cinco años, da lugar a enganches de todo tipo, reacciones de las que nadie se hace cargo salvo quien las padece, una clase de conversación sin interlocutor que raya con la locura, no es un diagnóstico, es una experiencia que no le deseo a nadie.
Pilar García Puerta 2 de mayo de 2009
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